30 mayo 2006

LA GRAVEDAD DE LAS COSAS

Una de las cosas que más temo es tener que contestar preguntas poco ortodoxas de mi hijo. A todos los papás y mamás nos llega un día en el que nuestro retoño exige que le expliquemos el sentido de la vida y de donde vienen los niños, y tenemos que estar preparados y armados hasta los dientes para hacer frente a semejante desafío. No porque nos tenga que dar corte, si no por lo que supone contestar a sus preguntas interminables.
Reconozco que mi hijo es un pelín morboso con el tema de la muerte y ayer, precisamente, tuve que lidiar con semejante compromiso: “¿Qué pasa cuando te mueres y el alma se va con los ángeles, que son transparentes?”. Opté por la postura científica y le expliqué que, una vez que uno muere, se lo comen los gusanos. No exactamente así, claro, he tratado de explicárselo desde la perspectiva biológica, aunque creo que a él le hubiera gustado más la de los muertos vivientes. Ya digo, un pelín macabro me ha salido el churumbel, y no será porque yo le deje ver pelis de terror.
Después de unos cuantos “ecs” y “acs”, se ha
tendido en el suelo y me ha planteado el siguiente desafío: “Si un muerto pesa lo mismo que uno que está vivo y, en caso de hacerse el muerto, si se pesa lo mismo que uno que lo esté de verdad”. Y he sido, francamente, afortunada, porque con la preguntita me ha salvado la campana. He entrado a saco con el tema de la gravedad, la masa, el peso y Newton. “¿Un muerto pesa menos también en la Luna?” (y dale con los muertos). Total, que tan pronto como su madre se ha puesto la gorra de científica de estar por casa en zapatillas y con el delantal puesto, a él se le han pasado las ganas de tomarme más el pelo con el temita, me ha dejado terminar de cocinar y ha decidido que era mucho más divertido jugar con una momia motorizada que le había salido en el huevo Kinder.
Pero sólo ha sido uno de tantos rounds que me va a tocar pelear. Y el próximo, me temo, no será tan fácil de terminar.
¿De dónde sacan semejantes preguntas?

29 mayo 2006

MUERTE DE UN ALPINISTA

Para ser sincera, a mi el alpinismo no me llama demasiado la atención y es muy poco probable que algún día se me vea en las cercanías del Everest a no ser que pongan un teleférico como comentaba con Me-rindo en el artículo que escribió sobre este tema y que ha inspirado mi artículo de hoy.
Estos días se ha hablado bastante de la muerte de David Sharp, un alpinista británico que falleció, tras coronar el
Everest, del llamado mal de altura. No por su muerte en si misma, ya que durante la última temporada han fallecido otras personas, sino por la falta de humanidad de aquellos que lo vieron agonizar y no hicieron nada por ayudarlo. Unos días antes, tres sherpas murieron tras un desprendimiento de hielo en el glaciar del Khumbu y a principios de abril, otro sherpa murió del mismo mal que Sharp. Además de un buen puñado de alpinistas que también encontraron su fin en los aledaños del Everest. En total, la montaña se ha cobrado alrededor de 10 montañeros en un corto período de tiempo.
He estado leyéndome varias noticias al respecto e incluso me he pasado por un foro para ver qué se opinaba sobre el tema de Sharp en concreto. Hay varias cosas a tener en cuenta con respecto a las subidas y bajadas al y del Everest, según leo.
Primero, que eso de subir la montaña más alta del mundo, según algunos expertos en el asunto, se ha convertido en algo parecido a un circo: todo quisqui quiere subir e incluso, en ocasiones, se forman colas para pasar por ciertas zonas más estrechas. De las 2557 personas que han subido desde 1953 casi la mitad lo han hecho en los últimos cinco años. Existe, pues, cierta aglomeración que puede ya ser, por si misma, un peligro añadido a los que ofrece la montaña.
Segundo, que a esas alturas, el oxígeno es más valioso que cualquier otra cosa imaginable, y ayudar a alguien puede ser extremadamente peligroso. A Sharp se le terminaron las botellas de oxígeno que llevaba, quizá por inexperiencia (leo que llevaba la mitad de botellas que suelen llevar las expediciones comerciales), y, según un testigo que lo vio (uno de los cuarenta que pasaron de largo por su lado), no iba bien equipado. Ya lo he dicho, no tengo ninguna experiencia en alpinismo, pero si Sir Edmund Hillary, el primer hombre que coronó el Everest (en 1953), se ha mostrado enfadado con el asunto, quizá no era tan imposible ayudar a aquel hombre que fue agonizando mientras trataba de bajar la montaña más alta del mundo en busca de un poco de oxígeno que llevarse a los pulmones.
Y tercero, que la supervivencia propia es el peor consejero que existe. Cuando uno se encuentra en una situación límite, como es el caso, la supervivencia se antepone a cualquier otra consideración: es él o tú. Por eso, cuando alguien hace algo por otra persona en circunstancias tan extremas y peligrosas, su gesto es más que valioso. Como el caso del sherpa, Dawa, que fue el único que trató de ayudar a Sharp, ofreciéndole su propia botella de oxígeno aunque ya era demasiado tarde.
No estuve allí y no tengo ni la más remota idea de lo que yo hubiera hecho. Por eso no puedo juzgar a quienes pasaron por su lado y no lo auxiliaron. Es posible que, dado el caso, yo misma hubiera pasado por su lado y hubiera mirado hacia el otro. ¿No lo hacemos acaso al nivel del mar en muchas ocasiones?
Por otra parte, un montañista australiano, Lincoln Hall, fue rescatado por once alpinistas después de haber sido dado por muerto. La operación de su rescate duró casi 12 horas. Estaba a 8700 metros y lo bajaron hasta un campamento a 7000 metros. Apenas un par de kilómetros pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Me gustaría pensar que todas estas muertes, la de Sharp, la de los cuatro sherpas, la del esquiador Olsson, la del francés Letrange, la del checo Kalny, la del ruso Plyushkin y la del brasileño Negrete sirvan para concienciar a la gente que subir al Everest no es un juego, que las metas no sólo están en subir montañas y que estas (las metas) nunca deben estar por encima de las vidas humanas.
David Sharp tiene una tumba de hielo en el corazón de la llamada Diosa Madre del Mundo, allí donde comienza (o termina) lo que llaman la zona de la muerte, junto a un alpinista indio que falleció en 1997. Espero que descanse en paz.

27 mayo 2006

VIAJES A TRAVES DE LA ESTEPA (Y OTROS LUGARES DE INTERÉS)

Decía hace algunos días que, a veces leo un libro por casualidad. A lo que el buen amigo Joan Antoni comentó que hay quien lee por casualidad un libro, a veces. Lo que puede cambiar el significado entre una frase y otra utilizando casi las mismas palabras. Pero, en mi caso, jamás leo por casualidad, aunque sí tropiezo por ese mismo motivo con un libro y, a veces, me sorprende lo que descubro.
Estoy terminando de leer un libro que formaba parte de un lote de libros que una chica me donó para
Bookcrossing. No sé porque me quedé este para leer. Quizá me llamó la atención el que fuera un libro de viajes por tiernas lejanas. Quizá, pero no recuerdo el motivo por el que lo elegí y dejé los demás en las estanterías de La Baguetina Catalana (para quien quiera pasarse, está en Via Augusta 62 de Barcelona y, entrando hacia al fondo y a la izquierda, hay dos estanterías con libros para coger libremente).
“Penombra oriental” de
Albert Roca me ha hecho compañía durante estos días en mis trayectos en metro, transportándome a otros lugares. Aunque la lectura comienza poco inspiradora (el primer capítulo lo dedica a comentar cómo renovó su DNI para poder posteriormente hacer los trámites para el viaje) y la parte que habla de Pekín te deja un poco tristona, la historia se anima cuando nuestro protagonista-autor, un viajero que observa pero trata de no experimentar, decide contratar una excursión en Ulan Bator, para pasar unos días en los gers nómadas de la reserva nacional de Terelj. Allí conocemos a Naranhuu y a Buyana, sus dos guías en las estepas mongolas, y también un poco ángeles de la guarda. Con ellos descubriremos las incomodidades de montar a caballo durante largas horas y de ser pasajero de un carro tirado por un yack. Aunque el autor se pasa la mayor parte del tiempo quejándose de las incomodidades y males diversos, también nos ofrece una visión personal de lo que le rodea con cierto tono de humor, aunque el libro no tiene nada de humorístico.
La novela está formada por capítulos muy cortos, algunos incluso de menos de una página, más parecidos a las entradas de un post de blog que a cualquier otra cosa. En algunos capítulos nos recrea el ambiente en el que se encuentra, en otros, simplemente, expresa aquello que siente. Espero terminarlo este fin de semana. Y sí, me apetece recomendarlo, creo que es una lectura interesante y vale la pena hacer ese viaje a través de las letras.
Por otra parte, siguen las casualidades. Volviendo a casa me encontré un libro en el suelo. Nuevo y limpio, aunque estuviera al lado de un contenedor de basuras. Lo recogí con cierta precaución, pero las tapas están impecables y parece no haber sido ni leído. Está en inglés pero eso no es un impedimento, ya que me encanta leer en inglés. Y siempre resulta buena práctica para mantener fresco lo aprendido.
El libro, "The bookseller of Kabul", es de Asne Seierstad, una periodista noruega que convivió varios meses con una familia afgana. La historia se centra en Sultan Khan, un librero de Kabul que ha visto como distintos regimenes han quemado o saqueado sus libros, pero que sigue al pie del cañón. A través de Sultan y su familia, Asne habla de la vida en Afganistán, de cómo viven las mujeres (ella misma vivió bajo un burka durante su estancia) y los hombres de ese país. Sólo he leído el capítulo de introducción pero me ha parecido muy interesante lo que cuenta en tan poquitas páginas. Será mi próxima lectura.
Buscando por Internet apenas he encontrado nada sobre este libro, "
El librero de Kabul", que está traducido al castellano por la editorial Maeva.

El pasado día 25 se celebraba el “Día del orgullo friki”. No vi a nadie disfrazado en el super ni en el metro, pero eso no quiere decir que no hubiera quien saliera a la calle con su mejor pijama star-treckiano ni con el casco del amigo Vader bajo el brazo (por eso del calor).
Como curiosidad, os dejo una página sobre esta celebración.

18 mayo 2006

HIP, HIP ¿HURRA?

A mi los grandes eventos deportivos no me quitan el sueño, teóricamente. Pero, claro, hay hinchas que piensan que si ellos están contentos, lo tenemos que estar todos y así, mientras unos imponen la celebración de su alegría hasta altas horas de la noche, otros tratan de echar una cabezadita entre trompeta y trompeta, con la esperanza de dormir lo suficiente como para no quedarse después fritos encima del teclado (por poner un ejemplo). Ya es bien conocido que, en ese estado, no hay que manejar maquinaria pesada.
Debían ser las cinco de la mañana cuando volví a despertarme por enésima vez, esta vez sorprendida por el silencio que reinaba en la calle. Durante horas había tratado de dormir, despertando sobresaltada gracias a un toque de trompeta o a los gritos desaforados que lanzaban consignas para amigos y extraños. Se escuchaba ruido de cristales rotos en algún lugar cercano, tambores sonando desacompasados, un coche o una moto pasaba tocando el claxon sin parar. Y entre ruido y ruido, una intentaba descansar un poco sin conseguir más que unos minutos de sueño inquieto y sin futuro.
Muchos tendrán resaca esta mañana. Otros irán a trabajar con el sueño pintado en los ojos, portando los colores de su equipo alrededor de los hombros. Yo, que ni tengo equipo, ni tengo bufanda ni una mísera camiseta deportiva, tampoco tengo resaca pero se me caen los ojos de puro cansancio. La calle está sucia, las latas de cerveza reposan aquí y allá en el suelo, una señal de hollín marca donde alguien tuvo la –genial- idea de quemar un contenedor de basuras, las cabinas de teléfono están rodeadas de miriadas de pequeños cristalitos esparcidos en la acera que antes fueron mamparas de vidrio. Y eso que el lugar en el que vivo sólo es de paso para llegar al punto de celebración. Los gritos de los pocos que celebran la victoria a estas horas de la mañana se escuchan afónicos en la mañana gris. Tengo sueño y me tomo el segundo café. Después de la tormenta viene la calma, pero a mi ya nadie me devuelve las horas de descanso perdidas.
Me pregunto yo si, a quienes ayer celebraban su alegría con todo el ruido posible, les haría gracia que me apostara bajo la ventana de su dormitorio, a las tantas de la madrugada, e hiciera sonar mi trompeta. No se me ocurre un motivo para hacerlo (y tampoco tengo trompeta), salvo el demostrar lo desagradable que puede llegar a ser.
En fin, cada cual hace uso de sus derechos. Unos el de celebrar la victoria de su equipo y yo, como no tengo equipo ni ganas de celebrar victoria alguna, uso mi derecho a la pataleta. Que menos ¿no? Como diría Emilio: un poquito de por favor. No estaría de más, y seguro que quienes no disfrutamos de estos eventos podríamos ver con simpatía la alegría de otros sin menoscabo de nuestro bienestar. Pero si no nos dejan dormir, es difícil que podamos sentir empatía alguna. Y es que el descanso, propio y ajeno, debería ser sagrado.


En relación: El opio del pueblo

16 mayo 2006

NEW YORK, NEW YORK

A veces ocurre que leemos un libro por pura casualidad. Para elegirlo no hemos estado revisando nuestras estanterías en busca de una lectura que nos apetezca en ese momento, ni hemos ido a comprarlo especialmente a la librería. Ni siquiera lo hemos cogido prestado de casa de un amigo.
En mi caso, el último libro que leí cayó en mis manos de forma fortuita y no estaba destinado a que yo lo leyera (o sí lo estaba, pero yo aún no lo sabía). El pasado día de Sant Jordi algunos bookcrossers de Barcelona organizaron una liberación masiva de libros. Me llevé una bolsa llena, además de los que escogí para llevarme a casa, con el propósito de liberar los libros que contenía por el camino. Todos fueron quedando aquí y allá menos uno que, por esas cosas que no tienen lógica, se refugió en mi bolso. No porque yo lo quisiera leer, ni porque lo reservara para alguien. Se quedó sin más.
Algunos días más tarde, me lo volví a llevar para liberarlo pero, durante el trayecto en metro, me dio por hojearlo, ya que me había dejado mi libro habitual en casa. Y resultó que lo que contaban aquellas páginas me gustó más de lo que yo había imaginado.
Nunca he estado en Nueva York y hay pocas posibilidades de que viaje allí en un futuro cercano. No es una ciudad que me apasione especialmente y tampoco me muero de ganas por ir. Supongo que cuando no has viajado mucho, y dependiendo de los gustos de cada cual, hay muchos destinos que quizás están en tu lista de preferentes antes que otros. A pesar de mi desinterés, terminé disfrutando de la lectura de un libro que habla precisamente de la ciudad de Nueva York. Claro que, de boca de Eduardo Mendoza, lo que podría ser una mera guía para turistas y curiosos, se convierte en paseo excepcional de la mano de quien estuvo viviendo allí durante nueve años y tiene una aguda percepción -creo- para la observación. Mendoza no se limita a hablarnos de los sitios, sino que intenta mostrarnos cómo lo ve él, salpicando la novela de anécdotas curiosas, simpáticas, tristes o intranscentes, y de detalles históricos que le dan a la narración otra dimensión. Desde los indios algonquinos que surcaban el Hudson con sus canoas, pasando por Hudson que dio nombre al río, y deteniéndonos un momento en el fenómeno de la inmigración, Mendoza va tejiendo una narración que viaja del pasado al presente sin que estos saltos en el tiempo mermen el interés que la historia tiene para el lector.
Hace muchos años que Mendoza escribió este libro, en 1986, y muchas cosas habrán cambiado en la ciudad desde que él hizo las maletas. Me da lo mismo. Si algún día viajo a Nueva York, trataré de verla con mis ojos y descubrir lo que esta me quiera mostrar. Pero es muy posible que, de vez en cuando, me venga a la memoria alguna imagen del libro, aunque sólo sirva para ver qué fue y que es en la actualidad aquello que veo.
Con este libro me he vuelto a reencontrar con el autor, al que después de “La aventura del tocador de señoras” no me había apetecido volver a leer.

"Nueva York" Eduardo Mendoza (1986) Editorial Destino

Un fragmento del libro para leer on line
El libro en mi estantería de bookcrossing

11 mayo 2006

LA CALVA ¿NO ES SEXY?

Leo en el periódico gratuito de turno que me han dado a la salida del metro, que la mayoría de hombres no se siente feliz quedándose calvo. Supongo que dado que hay tantos hombres que temen quedarse mondos y lirondos, algunos centros capilares pueden permitirse el lujo de hacer larguísimos publirreportajes que más que un anuncio parecen culebrones. Aunque no tienen nada que hacer frente al del “Pump & Seal” (conocido por muchos, como el “pam-pam-sil”). Aquello si que era un publirreportaje y lo demás son tonterías.
Pero me estoy yendo del tema. Sí que es cierto que los hombres se preocupan por su melena, especialmente cuando la pierden, pero desde mi punto de vista el atractivo no viene dado por la cantidad de pelo capilar que uno tenga sino por muchos factores a considerar. Hombres atractivos sin un solo pelo en sus cueros cabelludos los hay y los habrá. Ahora se ha puesto de moda raparse el pelo en vez de dejarse dos montículos de pelambrera sobre cada oreja (a lo López Vázquez). Zidane o Agassi ya lo han hecho y parece que no han perdido ni un ápice de su atractivo físico. Que a todo el mundo no le queda bien ir con la cabeza pelada es cierto, pero tampoco es verdad que ser calvo merme el atractivo de un hombre por descontado. Vamos, yo hablo desde mi visión como mujer, claro.
Según este estudio (ahora hacen estudios para cualquier cosa) los españoles son los que peor llevan el tema y piensan que las mujeres no les ven sexy. Es que hay hombres que antes de quedarse calvos ya perdieron todo su sex-appeal antes que el pelo. Que no culpen a la falta capilar que la pobre no tiene culpa alguna. Dice ese mismo estudio, que un 21% de los encuestados se deprimen y que el 42% tienen miedo. Que se depriman lo puedo comprender, porque a nadie le gusta perder uno de sus atributos de juventud pero… ¿Qué sientan miedo? Si la calvicie es por culpa de una enfermedad, encuentro que puede ser lógico, pero si se quedan calvos porque simplemente se les cae el pelo como a muchos otros, pues no lo veo yo muy claro. Un 37% teme verse viejo, lo cual me imagino que puede ir en consonancia con lo de deprimirse y perder ese atributo que tiene mucho que ver con la juventud, aunque haya gente muy joven que padece alopecia. Lo curioso es que dice el estudio que un 8,6% de los que se quedan sin pelo terminan por dejarse perilla. Curioso cuanto menos, aunque a mi los hombres con perilla siempre me han parecido (cuando la llevan bien cuidadita y mona) muy sexy, independientemente de su falta de pelo. Un 13% hacen deporte y yo me pregunto si lo hacen para que se les fortalezcan los folículos o para que las féminas nos fijemos en otros atributos por debajo del cuello. Nunca está de más hacer deporte, con pelo o sin él.
Pero en vez de hablar de los contras de estar calvo, mejor hablemos de los pros. ¿Por qué Jean Luc Picard tiene tantas admiradoras? ¿Por su larga melena de rizos? No, desde luego, pero es uno de los calvos más codiciados por las féminas (me sé de una que ya está levantando la mano, jeje). No se trata de ser calvo o lucir una frondosa mata, se trata de que cada cual se acepte como es y sepa llevar su calvicie con dignidad. Lo de ponerse gorra o no es optativo. Eso sí, cuando pica el sol, es muy socorrida (la gorra, por supuesto).

08 mayo 2006

QUIEN TIENE DEUTERIO TIENE UN TESORO

En una conversación de sobremesa se habla de muchas cosas. Una de las cosas de las que se habló en la última comida familiar fue de un juego que hay en la red en el que puedes desarrollar tu propio planeta e incluso tu propio imperio. Se trata de Ogame, un juego on-line en el que el único requisito para jugar es registrarte con una dirección de correo y un nick y, a partir de ahí, te dan un planeta para que te las apañes en tirarlo adelante.
Yo cree ayer mi propio planeta. Una preciosidad de color azul aunque voy a tener que comprar bastantes estufas para que mis habitantes estén calentitos, ya que su temperatura ronda entre los -30º y los 10º. Es decir, que en pleno verano aquí vamos todos abrigados hasta las cejas. Pero me temo que desarrollar el turismo no está contemplado aún entre las opciones a llevar a cabo.
El juego comienza con la construcción de los edificios básicos: una planta de energía solar para que produzca la energía que necesitarán el resto de edificios. Una mina de metal que te provea de materiales para construir tanto edificios como naves. Una mina de cristal para circuitos y aleaciones. Y un sintetizador de deuterio que te permitirá moverte por el espacio, ya que es el principal combustible de las naves. Si tienes suficiente deuterio en las arcas puedes echarle un vistazo a los planetas de otros “vecinos” y, a la larga, supongo que tener tu propia flota de naves para ir a saquearlos o atacarlos. Pero claro, yo aún ando en la fase 1 y gracias. Así que me conformo en ampliar lo que ya he construido y esperar tiempos mejores.
En definitiva es algo así como un Tamagochi planetario. Tienes que proveerlo, cuidarlo de los ataques, invertir en investigación, defensa, tecnología, montarte tus propios satélites, construir tus flotas para el saqueo de otros planetas, crear alianzas con otros usuarios, espiar, colonizar asteroides, etc. Unos minutitos cada día son suficientes para revisar y controlar tus construcciones y recursos.
Que la fuerza os acompañe y que el deuterio no falte.

03 mayo 2006

DE REPENTE… ¿UN FAMOSO? (AVENTURA EN EL CARIBE)

Trece supuestos famosos concursarán las próximas semanas en el nuevo reality, conviviendo en una isla del Caribe a merced de los mosquitos y bichos varios (espero que muchos), pasando más hambre que Carpanta y, como de costumbre, peleándose para que la audiencia tenga carnaza y los expulsados la ronda habitual de platós para engrosar sus cuentas corrientes a base de chabacanería. Y yo, completamente perpleja, me pregunto por qué narices lo vemos en casa. Sólo se me ocurre que nuestros corazoncitos anónimos disfrutan viendo pasarlas canutas a todos esos personajes del candelabro. Es una especie de resarcimiento. O no.
Sorprende que haya tan pocos famosos de verdad entre el elenco. Los encargados del casting lo debieron pasar francamente mal. Claro, siempre en base a que consideremos famoso a cualquier persona. Yo he estado revisando la página del concurso y el CV de cada uno de ellos brilla por su ausencia. Por eso he echado mano del Google, que nunca falla.
Por otra parte, la primera expulsada no sorprende. Su intención no era disfrutar –o sufrir- la experiencia, sino asegurarse el paseíllo de platós con una fugaz intervención. Llegó, enseñó las domingas y se fue. Su corta participación dejará, seguro, jugosos dividendos para su economía.
Hay mucho famoso de rebote. Ex maridos, padres de, hermanas de… Sólo falta el abuelo cebolleta.

  • Una miss, que siempre va bien para que luzca tipito, aunque le veo yo poco futuro, especialmente cuando se le rompa la primera uña. Es la catalana del grupo (antigua Miss Girona, y Miss España 2005).
  • Un futbolista desconocido, que tiene a mi compañero (gran aficionado a los deportes en general y al fútbol en particular) devanándose los sesos para ubicarlo. Resulta que juega en el Cobeña FC. Buscadlo en la página del club. "¿Dónde está Wally?".
  • Una periodista que no sabía que quien nada no se ahoga. Una curiosidad: sustituyó a Encarna Sánchez en la COPE.
  • Una señora que si ya tiene problemas para abrir su maleta no queremos imaginar que hará cuando tenga que abrir un coco. La antigua Miss Liguria ya ha empezado mal con la combinación de su equipaje… a partir de aquí puede pasar cualquier cosa.
  • Dos chicas monas de las que no había oído hablar en la vida. De la primera sólo he encontrado fotos más que ligera de ropa en la red. De la segunda he averiguado que es una ex OT que pasó, imagino, sin pena ni gloria. Tenía que probar a ver si calladita hacía más méritos.
  • Un modelo que nos hace pensar que se han olvidado de incluir a algún chico guapo para alegrar la vista del público femenino.
  • El padre de un ex GH, que le debe haber cogido el gustillo a los platós y que representa al superviviente maduro pero sobradamente preparado. ¿Para cuándo la madre de Pepe será lanzada al estrellato? Que se empieza por el cabeza de familia y se termina haciendo famoso hasta el gato.
  • El ex marido de una presentadora hija de presentadora, de nombre curioso para que no falte ese detalle tan pocholo.
  • La ya citada dicharachera francesa, que nos deleitó con sus encantos y sus mohínes para luego desilusionar a todo el personal cuando se negó a ser la nueva Robinsona del Caribe. Con lo que hubiéramos disfrutado viéndola gritar y correr perseguida por cualquier bicho con más de dos patas.
  • La hermana seria de las Valverde, que los pondrá a todos firmes (ya se puso el uniforme nada más llegar… eso promete). Su carrera como actriz, según Yahoo Cine, se limita a ser reparto de “Ja me maten”. Uf!
  • El hijo de Pepe Da Rosa. ¿Se perderá entre el cabo de Gata y llegará a Finisterre? No hay nada peor que intentar seguir los pasos del progenitor y perderse por el camino. ¿Le hará falta una brújula?
  • Y un chico que se llama Jesús. Yo pensé con toda mi buena fe que debía ser torero (por eso del completismo), pero resulta que es otro OTerito leré.

Comprendo que hay gente que para poder pegarse la gran vida no tiene más remedio que lanzarse a la palestra a demostrar su inutilidad, su mal genio, con la cara lavada y sin peinar, pero, reconozcámoslo, los únicos supervivientes son aquellos capaces de llegar a fin de mes y quienes lo intentan, siempre sin tener que ir a la tele a lavar trapos propios, ajenos o del vecino del cuarto. Y algunos aún somos capaces de ver semejante circo de tres pistas.
Lástima que sean trece (doce), porque si hubieran sido diez les podríamos haber cantado aquello de “Diez negritos se fueron al Caribe…”. No caerá esa breva.

01 mayo 2006

SAT SRI AKAL

Como contaba el otro día en mi blog de yoga, el domingo (o sea, ayer) los Sikhs celebraban el nacimiento de Shri Guru Ravidass Maharaj Jee, que aunque no es uno de los diez Gurus principales, sí está presente en el Adi Guru Granth Sahib, el libro sagrado de los sikhs, con 41 poemas suyos incluidos en él. Por lo que me han contado, era de una casta inferior, de hecho de la casta de los intocables, y fue quien encabezó la lucha contra la discriminación basada tanto en la casta, como en el color o la creencia. Sus enseñanzas se basaban en la hermandad y la tolerancia. Y según la creencia popular, cuando dejó este mundo lo único que quedó de él fueron las marcas de sus pisadas después de morir a los 126 años.
Por supuesto, yo estaba invitada a ir al templo con mi amiga y su familia, e incluso para esta ocasión tenía un vestido nuevo, también regalo de mi amiga al igual que el que llevé para Vaisakhi. Esta vez iba de morado y lila.
Cuando llegamos al templo había muy poquita gente y aún no había llegado el Libro. Nos sentamos a tomar un chai (té con leche) y una comida a base de verduras rebozadas y unas bolitas dulces de color rojo vegetarianas. Trajeron el Adi Granth al poco rato. Nos levantamos todos y mucha gente hizo reverencias. Luego, una vez que fue colocado en su lugar correspondiente, en una especie de altar adornado, recorrimos la alfombra que lleva hasta los pies de este, dejamos nuestro donativo e hicimos la reverencia. Se hace postrándose de rodillas y tocando el suelo con la frente. Algunas personas hacen un breve rezo antes, de pie, otras lo hacen mientras se postran y algunas colocan los brazos por delante de la cabeza.
Fue a partir de ese momento cuando la gente comenzó a acudir en mayor número. En el templo, la gente se reparte a derecha e izquierda del libro, con la alfombra señalando el centro de la sala. A la izquierda se sientan las mujeres y a la derecha a los hombres, en el suelo.
Los micrófonos habían tenido algún problema y no sé porqué (mi fama con los cables debe precederme allí donde voy) terminé liada con ellos, probando que ambos funcionaran. Claro que yo de micrófonos no entiendo nada y, a pesar de mi buena predisposición, de vez en cuando, se acoplaban y nos ensordecían con un agudo pitido.
Una vez llegó el Libro y funcionó la acústica, comenzó la música. Primero cantó un hombre vestido a la usanza sikh, con turbante y luenga barba, tocando el armonio y acompañado por dos hombres que tocaban unos tamborcillos (tabla) y una especie de tira de címbalos o platillos (chimta). Tras la intervención de otro hombre, fue el turno de mi amiga y su grupo (tres amigas de la familia y su hermano). Mi amiga toca el
armonio y fue la primera vez que la escuché cantar. Cuando vino a sentarse, me dijo que lo había hecho fatal. Una chica que cantó después que ella sí que cantaba como un grillo (lo hacía con mucha voluntad pero desafinaba que era un contento) pero ella lo hizo muy bien.
Entonces llegaron los dos hombres santos que habían invitado a la celebración. Nos levantamos y mucha gente fue allí a presentarles sus respetos. Al poco rato, uno de los dos dio una charla, de la que sólo me enteré de lo que mi amiga iba traduciéndome.
Lo divertido de la experiencia fue la acogida que me dio la gente. Una señora mayor, a la que me presentaron cuando fuimos a los aseos a lavarnos las manos, prácticamente me adoptó. No creo que me hayan dado tantos abrazos por minuto de una sola tacada. Luego se preocupó todo el rato de que yo no estuviera sola cuando mi amiga se fue a cantar y me hizo compañía. Muchas mujeres me decían que iba muy guapa, y todo el mundo se fijaba en mi atuendo y me preguntaba dónde lo había comprado. Lo malo es que todo el mundo se creía que yo hablaba punjabi y me pasé la mayor parte del tiempo sonriendo y diciendo “shukria” (la primera cosa que aprendí) mientras, entre dientes, le decía a mi amiga “traduce, traduce”. Y ya el colmo fue cuando me marché, alrededor de las dos y media. Como aún estaba hablando el hombre santo, le pregunté a mi amiga si pasaba algo si me iba porque era tarde y me esperaban en casa. Me dijo que no y nos despedimos. Salí del grupo de mujeres todo lo discreta que pude, tratando de no pisar a nadie. Me despedí de la señora de los abrazos y luego, una vez de pie y desde la parte de atrás, busqué con la mirada a la madre de mi amiga para despedirme de ella. ¡La que se armó! Todas las mujeres empezaron a girarse hacia mí, mirándome y sonriendo. Al final, más roja que un tomate por tanta atención (que del hombre santo se estaba desviando hacia mí) me fui a la francesa como vulgarmente se dice. Mis zapatos me esperaban en el exterior y luego un largo trayecto en el metro no exento de miradas curiosas.
Hoy llamé a mi amiga para disculparme por la “huida” sin despedirme y me contó que… algunas personas creyeron que yo era una occidental convertida al sikhismo que acompañaba a los hombres santos y que ¡iba a cantar!. A ver, si una tiene muy buena voluntad pero… cantar –bien- no es precisamente una de mis virtudes. Yo a lo único que aspiro es a cantar bajo la ducha y que no llueva después.
Mi amiga ya está pensando cual es la próxima celebración para que vaya con ella al templo de nuevo y su padre (aunque se sonríe cuando lo dice) ya me ha preguntado que cuando me hago sikh. Espero que la próxima vez no me hagan cantar… que me lo veo venir. Tendré que echar mano del playback.
Por cierto, el título que encabeza este texto es la segunda expresión en punjabi que he aprendido y cuyo significado es, más o menos, hola. Sólo me queda todo el resto de idioma.