27 marzo 2006

El castillo ambulante

La primera película de Miyazaki que vi, aunque sabía de la existencia de “La princesa Mononoke” y “Porco Rosso”, fue “El viaje de Chihiro”. Me pareció una película deliciosa, una joya de principio a fin. La he visto varias veces y las que la volveré a ver.
En todo caso, no hizo falta que mi profe de yoga me recomendara El castillo ambulante el pasado jueves, porque yo ya tenía intención de irla a ver. Sabía que me encontraría con una historia que me gustaría, sin duda alguna, y no salí defraudada. Es una historia deliciosamente distinta a la de Chihiro, pero igualmente de hermosa y llena de simbolismo. Hay una extraña combinación de paisajes y de personajes (1) que nos hacen quedarnos pegados al asiento. La imaginería de esta película es sensacional, desde el extraño castillo ambulante y esa puerta que lleva a distintos lugares, hasta los personajes mismos, cargados de ternura, divertidos, simpáticos, entrañables, vivos. Vamos, que me encantó. Y eso que, la historia, algunas veces, se vuelve un poco liosa con lo del tema de la guerra. No quedan claros -o no me lo quedó a mí- los motivos para la guerra y tampoco porqué, al final, Madame Suliman decide que hay que pararla porque es un sinsentido. En todo caso, el tema de la guerra queda en un segundo plano comparado con la historia de Sophie y Howl, los lazos que les unen a ellos y a los demás personajes entre sí, convirtiendo la película en una historia de amor en diversos sentidos.
El personaje de Sophie es entrañable, fluctuando entre esa abuela enérgica con corazón de adolescente cuya maldición es algo así como su propio destino. Y quizá uno de los personajes más divertidos es el de la Bruja del Páramo, que una no sabe si amar u odiar pero que te hace sonreír, especialmente en su faceta de abuela que chochea entre raptos de lucidez, con esa codicia, a ratos malvada y a ratos infantil. O Howl, que puede ser tierno y considerado, o simplemente comportarse como un joven presumido cuya máxima preocupación es su belleza (las risas en el cine se desataron cuando la toalla cae en la escalera).
No hay duda que, tan pronto como salga en DVD, pasará a ser parte de mi colección de películas. Y, por supuesto, ya estoy a la búsqueda de “La princesa Mononoke” y otros títulos de este genial director. Y, por supuesto, tengo el gusanillo de leer la novela de Diana Wynne Jones en la que está basada la película.

(1) Paisajes que recuerdan a Heidi, al igual que algunos personajes porque… ¿no os ha pasado como a mi que Madame Suliman parece una Clara madura que cambió sus guedejas rubias por el moño gris de la hechicera?

16 marzo 2006

VIAJES Y SORTILEGIOS

“¿Quién puede ser tan insensato
como para morir sin haber dado,
por lo menos,
una vuelta a su cárcel?”

El último libro que me he leído ha sido Una vuelta por mi cárcel de Marguerite Yourcenar, una recopilación de textos de la autora, cada uno de ellos un viaje a través de sus ojos, especialmente sobre el Japón y su gente. He disfrutado doblemente de su lectura porque, no sólo el libro es interesante en sí mismo, si no que mi interés por el Japón y sus costumbres me lo ha hecho doblemente atractivo. El libro recorre, en catorce capítulos, un buen tramo de mundo (Alaska, San Francisco, una travesía a lo largo de Estados Unidos) para detenerse en el Japón, y quedarse allí. Nos habla de su pasión por el kabuki (es especialmente interesante el texto donde narra su entrevista con un actor de kabuki, al que describe con gran precisión), de su visión del viaje en el espacio y en el tiempo (trascripción de una conferencia suya), de personajes a los que admira, e incluso de lugares que no le inspiran el deseo de apearse de su tren ( (…)muy pocos de esos pueblos, vislumbrados desde la ventanilla de un vagón, inspiran el súbito deseo de apearse (…)). El caso es que, desde que iniciamos la lectura, subimos a un tren-barco-avión imaginario y recorremos con ella todos esos lugares que describe con tanta riqueza. Es dificil apearse.
Terminado el libro, escogí el primero que se me puso a tiro. Y resultó ser una novelita de páginas amarilleadas por el tiempo cuyo autor, Henry Troyat, fue galardonado con el premio Gouncourt. Si se le suma que la novela, por lo que anuncia, aúna “misterio y terror en la evocación de fuerzas sobrenaturales”, tenía buenos motivos para comenzarlo. Ahora no estoy segura de que pase de la primera historia, “Sortilegio”. Tengo la sensación de que, ciertas novelas y relatos, con el paso de los años, se marchitan lo mismo que el papel en el que están impresos, amarillean, huelen a rancio, a libro viejo. Es lo que me ha pasado al leer esta corta historia. No importa en que época está situada, es una historia trillada, contada mil veces desde diferentes perspectivas y que, con el tiempo, ha perdido frescura y se ha ajado. Una de esas historias que los autores muy noveles usan con frecuencia en sus relatos de terror. En fin, una decepción. O quizá se trate de que ese trayecto en tren con los personajes de Troyat no ha conseguido romper el sortilegio del viaje anterior.

“Existen en la tierra lugares tan bellos que uno quisiera estrecharlos contra su pecho”.

13 marzo 2006

RESEÑANDO DE OÍDO

No es la primera vez que me encuentro frente a una reseña que no tiene que ver nada con el contenido. Quienes hayan leído “¡Guardias! ¿Guardias?” de Terry Pratchett y se les haya ocurrido mirarse la reseña de la contraportada creo que saben a qué me refiero. Siempre tuve la sensación de que el reseñador no se había leído la novela porque decir que “un ejército de enanos ha de viajar a Ankn Morpork para enfrentarse a un enorme dragón que aterroriza a los habitantes del lugar… etc. etc.” está algo lejos de lo que luego una se encuentra al leer la historia.
Ayer fuimos al cine en familia, a ver "ZATHURA, UNA AVENTURA ESPACIAL" que al peque le hacía especial ilusión porque se anuncia como “del universo de Jumanji” y esta se la debe haber visto 235 veces, sino unas pocas más. La peli, entretenida, llegó a hacernos reír a mayores y pequeños, pero la crítica me la reservo para NGC. El caso es que, mientras esperábamos que abrieran la sala, cogí uno de esos folletos de programación, donde se reseñan brevemente las películas y se incluye la información de horarios.
Una vez vista la peli, no puedo creer que alguien haya escrito ese texto habiéndola visto. Es decir, que se debe haber escrito de oído, porque si no, no hay explicación posible. Como el texto está en catalán, procedo a su traducción y luego…, si habéis visto la peli, me decís si tengo o no razón en eso de reseñar de oído.

“Dos hermanos descubren una caja en el parque que contiene “un juego para niños”. Cuando regresan a su casa, los niños encuentran que, además del juego de “aventura en la jungla”, también hay otro en su interior sobre el espacio exterior y un camino que lleva al planeta violeta Zathura. Cada vez que lancen los dados o saquen una carta se enfrentarán a robots gigantes o peligrosos meteoritos”.


Después de leerlo tengo la sensación de que a) me perdí un trozo de la película y eso que vimos hasta los anuncios y b) alguien ha pensado que como era del “Universo de Jumanji” ya tenía suficiente información.
Vayamos por partes:
  1. La caja no la encuentran dos hermanos en el parque sino debajo de las escaleras del sótano y sólo uno de ellos. Aunque luego jueguen los dos.
  2. No hay un juego dentro del otro y la “aventura en la jungla” aquí no sale ni por casualidad, por mucho que sea del “universo de Jumanji” no hay ni la más mínima referencia al otro juego.
  3. ¿El planeta violeta Zathura?
  4. ¡No se lanzan los dados!, porque el juego funciona con una llave de cuerda y un botón rojo que se aprieta para mover la nave que hace de ficha.
  5. Sí, es cierto que se enfrentan a muchos peligros, pero de robots gigantes creo recordar que sólo salía uno… ¿Y los zorgons? Porque esos salen…


En fin, que no estaría de más que antes de escribir una reseña se tuviera un poquito más de seriedad. Que sí, que es una peli para niños, pero estos, generalmente, van acompañados de adultos. Y a algunos adultos, algunas veces, se nos ocurre la peregrina idea de leernos las reseñas. Y una última cosa: ¿se puede considerar a esta película de “animación”?

Juegos on-line de Zathura

11 marzo 2006

SELENITA VETE A CASA

Leo, en uno de esos periódicos gratuitos que me dan cuando salgo del metro, que, en caso de que el hombre colonizara la Luna, los primeros habitantes serían figuras elásticas parecidas a pulpos. ¡Qué desilusión! Desde mi tierna infancia siempre he imaginado que los habitantes de la Luna eran hormigas bípedas de tamaño humano, como en aquella película que recuerdo desde la nebulosa del tiempo (Creo que el título era "Los primeros en la Luna" (1969) y, no estoy segura, pero podría estar basada en una novela de H.G. Wells). De todas formas, el artículo ya empieza mal para mi gusto. ¿Pues no llama “helenitas1 a los habitantes de la Luna? Debe tratarse de una errata (O como lo llamamos en el trabajo, “un error informático”, que la máquina no se queja nunca y la puedes culpar de todo). Desde siempre los habitantes de la Luna, por lo que a mi respecta, han sido los “selenitas2”, nombre que les viene de Selene. Y, en todo caso, serían lunáticos o luneros… incluso “lunis” si me apuráis, pero ¿“helenitas”?
En el artículo se especula sobre una posible y futura colonización de la Luna, en la que el hombre, después de varias etapas de reconocimiento, construcción y desarrollo, empezaría a vivir de forma continua en el suelo lunar (o, mejor dicho, bajo el suelo lunar) y, con el tiempo, terminaría siendo como un pulpo debido a la ingravidez, por aquello de la debilitación del esqueleto. Otro punto a tener en cuenta es si los selenitas irían en coche o construirán una línea de metro. Bajo una foto tipo “el hombre pisó la Luna” se lee: "Las carreteras estarían hechas de un pavimento lunar inventado por la NASA". ¿Tiene que ser la NASA la que lo invente? ¿No lo podrían inventar los de Porcelanosa?. Como supongo que esto va para largo, tendrán que buscarse a otra famosa para que salga en el anuncio pero… ¿os imagináis a Isabel Presley vestida con un traje de astronauta? Seguro que los de los bombones aprovecharían para colocar una bandeja sobre el módulo lunar.
El tercer punto del artículo (que mira que está dando de si, con lo cortito que es) que me ha llamado la atención es eso de que “el oxígeno se podría obtener del mineral ilmenita”. Es la primera vez que oigo hablar de dicho mineral pero no me extraña (y existe). Mi primera colección –y única- de minerales la hice con el Cola-cao, que te regalaba, con la caja de porex-pan, la magnetita. Probablemente la “
ilmenita” no estaba contemplada en la colección por ser una de las mayores fuentes de titanio y un mineral utilizado en aleaciones especiales en la industria aerospacial. Cualquiera la deja en manos de niños ociosos… Vete tú a saber lo que se puede hacer con un poco de ilmenita, cartón y pegamento imedio.
Bueno, todo esto es especular por pasar el rato, pero nunca se sabe. La literatura -y el cine- de ciencia-ficción abunda en historias que ocurren en la Luna, como “La Luna es una cruel amante” de Robert A. Heinlein, por poner el primer ejemplo que me ha venido a la memoria. Lo que tenga que ser será, lástima que no voy a estar para verlo. Y si estoy, voy a ser demasiado mayor para que me dejen subir a un cohete.



(1) He consulta el
diccionario de la RAE y "helenita" no está registrada.
(2) del griego. Perteneciente a la Luna. Habitante de la luna.


El dibujito es cosa de
Garson, especialista en plasmar mis ideas en dibujos (porque el arte y yo estamos peleados, y porque no le dejo jugar a la Play hasta que me lo termina)

10 marzo 2006

MIENTO, LUEGO EXISTO

Hay gente que, por lo que parece, miente por norma, por costumbre o por afición. No es que a mi me vaya mucho lo de la mentira piadosa, pero reconozco que, en algunas ocasiones, hay que tirar de ellas (o de sus “primas hermanas”, las mentirijillas para quedar bien) a fin de salir de un embrollo o tratar de salvar una situación embarazosa. Pero siempre he creído que para ser mentiroso/a hay que tener dos grandes “virtudes”: memoria y rapidez. Memoria para recordar todas las mentiras contadas y rapidez para soltarlas sin que parezca que estas pensando la respuesta que te conviene más. Y, como dice el refrán, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.Tenía una compañera de clase que mentía por afición. Sus trolas podían ser de todos los tipos y, con el tiempo, ya no sabías qué era ficción y qué realidad. Si lo que te contaba parecía muy fantasioso, las posibilidades de que fuera uno de sus rollos eran mayores. Pero, a veces, mentía en cosas intrascendentes con una verosimilitud que, ahora que lo pienso, daba un poco de yu-yu. El otro día trajeron unas muestras de baldosas y, por equivocación, las dejaron donde trabajo. Decidimos preguntar a la vecina, porque nosotros no habíamos pedido muestras de nada (ni de champú) y pensamos que alguien estaría esperándolas. Después de descorrer doscientos cerrojos me salió una señora mayor con su hija flanqueándola, ambas encuadradas por la decoración de espejos y dorados del recibidor. Cuando les mostré la pesada baldosa azul de 90x90 cms., negaron toda relación con ella. Y también que estuvieran proyectando hacer obras en su casa en los próximos seis quinquenios. Hoy han llegado los albañiles, cargados de herramientas y materiales de construcción. La pared que nos separa no ha parado de retumbar durante todo el día. He temido por sus ladrillos. Es evidente, por las pruebas, que están haciéndose la cocina o el cuarto de baño nuevos. Mientras ellos estén al otro lado de la pared y no nos desmonten el chiringuito, a mi me parece perfecto. Lo del ruido no es peor que la máquina taladradora que esta mañana, a las ocho en punto, ha comenzado a desmigar el suelo de la calle frente a mi dormitorio. Pero me pregunto ¿a santo de qué me mintieron el otro día? ¡Si la baldosa era suya! Me hubiera ahorrado tener que pasearme con el dichoso azulejo que, no sólo pesaba lo suyo, sino que no sabía que hacer con él. Mentir para nada, digo yo, es tontería.