27 junio 2006

COMO SOMOS

Leo, con cierto estupor, que este año hemos sido más cívicos que el año pasado. Sólo hemos dejado 33 toneladas de basura en la playa durante la verbena de San Juan. Bueno, quizás el año pasado se dejó más (¿40?), pero 33 toneladillas no me parece un dato como para “echar cohetes” y celebrar el civismo. Lo suyo sería que la gente no dejara toneladas de desperdicios a su paso. Es que somos peor que Atila. Por donde pasaba el rey de los Hunos no crecía la hierba, por donde pasamos nosotros ¿crece algo?…. Cuando iba con mis padres a la playa, o al campo, siempre llevábamos dos o tres bolsas de supermercado y la basura la metíamos luego en ellas. Si no había papeleras o contenedores a mano, nos llevábamos las bolsas a casa. Que ser limpios cuesta poco y hace la vida propia y ajena un poco más agradable. ¿A quién le gusta ir a la playa y encontrársela llena de colillas, latas vacías o preservativos usados? Que yo sepa, a nadie. Pues por eso mismo, como dijo Confucio: no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti. También lo decía Buda, no lastimes a los demás con lo que te aflige a ti mismo, o Zoroastro, no hagas a los demás lo que no es bueno para ti. Si sus frases han pasado a la historia, no pueden ir muy desencaminados ¿o sí?.
Mientras tanto, en Sitges ponen en marcha una campaña para evitar que la gente vaya sin camiseta por la calle. Si eres reincidente, te clavan 350 euros, pero la primera vez sólo es amonestación y regalo de una camiseta con el slogan “Yo llevo camiseta”. Voy a ver este fin de semana si la consigo, jejejeje. Ahora que lo pienso... ¿ir en topless también me dará derecho a la camiseta de marras?

26 junio 2006

NO SABE/NO CONTESTA

“Si usted pregunta a su vecino que vio anoche en la tele (…) jamás le confesará que vio porno o que se “regodeó” con alguna banalidad. Todos explicamos que vemos en la tele sesudos documentales. Así que no pregunte a la gente lo que hizo o lo que compró: vaya al súper y obsérvelos, anote y estudie”
“Todos decimos lo que creemos que nos hace quedar como más inteligentes, más preocupados por el medio ambiente, más progresistas…”

Estas dos perlas las he extraído de una entrevista hecha a Allen Rosenshine en la Vanguardia del lunes 26 de junio. Este publicista de 67 años, nacido en Nueva York, no tiene pelos en la lengua cuando habla de publicidad, un tema del que sabe un rato. Una de las conclusiones al leer la entrevista es que las encuestas no son válidas porque la gente miente como bellacos, normalmente para quedar bien. Da lo mismo lo que la gente te diga, luego hacen lo que quieren y generalmente lo contrario. ¡Qué cosas!
Aunque soy una fan de las estadísticas, nunca he creído en las encuestas, de las que salen tantas y tantas estadísticas. Todos mienten, todos mentimos, por regla general. Cuando la gente es entrevistada no contesta con la realidad sino con lo que considera que es más acertado o queda mejor.
Todos tratamos de ser “cool” en algún momento de nuestra vida. ¿Por qué voy a confesar que me gusta ver “Salsa rosa” o que veo la peli porno si queda mejor decir que no me pierdo ningún documental del National Geographic?. Resulta más fácil contestar a preguntas como ¿Pepsi o Coca-cola? ¿Té o café? ¿Nesquik o Cola-cao? Porque no nos ponen en entredicho, pero aún ahí, según Rosenshine, también mentimos. Según comenta en la entrevista, la “chispa de la vida” pegó un patinazo después de realizar una encuesta sobre el azúcar en su bebida. También comenta una anécdota sobre los productos biodegradables. En una encuesta realizada a amas de casa, un porcentaje alto aseguró que compraría productos biodegradables a pesar de que su precio fuera superior. Pero la realidad es que después eso no se cumplía en el día a día. Ahí no es la mentira la gran protagonista sino el bolsillo. Cada economía da para lo que da, y aunque una quiera ser progresiva y ecológica, el presupuesto manda.
Si el tema de la encuesta es comprometido, tratamos de dar la imagen mejor posible. A la mayoría no nos gusta confesar que no somos tan progresistas y liberales como corresponde.
Lo que más gracia me hace son las conclusiones en forma de porcentajes sobre sexo. A todos nos va la mar de bien y echamos siete al día. Si nos preguntan sobre prácticas socialmente mal vistas, nadie las practica, aunque en la intimidad lo hagan o lo fantaseen.
Algo de bueno debe sacarse de las encuestas si se siguen haciendo, a pesar de nuestra costumbre de mentir o de embellecer la verdad. Pero sigo pensando, igual que Rosenshine, que a la gente, para saber lo que opina, hay que observarlos en su propia salsa y sacar conclusiones al respecto. Preguntarles parece ocioso.

24 junio 2006

VIAJE A LAS ESTRELLAS

La mítica serie, considerada la saga más larga de ciencia ficción en TV y cine, cumple 40 años. Titulada en España como “Viaje a las estrellas” y conocida un poco antes como “La conquista del espacio”, Star Trek (The Original Series) fue la primera serie de CF que alimentó mi afición por el género. Por aquel entonces, yo era joven e impresionable, todo lo impresionable que se puede ser cuando aún no has cumplido los dos años, y mi madre se aprovechó de eso. “Nena, que ese bicho tan feo te ha chupado el chupete” y, sí que era feo el lagarto bípedo que salía persiguiendo a Kirk y su tripulación. Tanto, que escupí el chupete y no volví a cogerlo nunca más. Mano de santo para terminar con la adicción.
Por aquel entonces, veíamos los capítulos en blanco y negro, y teníamos cierto respeto por los efectos especiales de la época. Hoy resultan un poco patéticos y habrá quien se pregunte: “¿Cómo puede ser una serie del futuro y parecer tan antigua?”.
La serie se inicia en el año 2063, cuando humanos y vulcanos tienen su primer contacto. Desde ese momento, la USS Entreprise NCC-1701 recorrería el espacio en busca de nuevos lugares, y quizá también sondeando el alma humana. Me remito al artículo de Antonio Blanco (Televisión de Culto, Biblioteca del Dr. Vértigo) que dice al respecto que es “una de las series más complejas, metafísicas, reflexivas e intelectuales de la historia de la televisión”. Pero, contando con escritores de la talla de Richard Matheson o Harllan Ellison como guionistas, es lógico esperar que el contenido de las historias supere en mucho al continente de cartón piedra.
William Shatner y Leonard Nimoy, junto a DeForest Kelly, son los principales protagonistas de la serie original. Shatner aún sigue dando guerra por ahí como se puede atestiguar en su página web. Leonard Nimoy, además de haber trabajado en un buen montón de pelis, tiene cierta debilidad por la fotografía. El Dr. McCoy, también conocido como Bones, pasó a mejor vida en 1999, justo cuando, según mis cálculos, terminaba “ST: Espacio Profundo Nueve” (1993-1999). Sin duda estos tres personajes eran el pilar que sostenía a todas las historias: El Capitán James Tiberius Kirk, el chico guapetón, un poco enfurruñado por lo general; Mr. Spock, la alegría de la huerta con su conflicto interior; y el Dr. Leonard McCoy, médico tradicional, aunque menos de lo que él pensaba, y depositario temporal del katra (esencia espiritual) de Spock.
No soy una especialista de ST, la mayoría de detalles que rellenan este artículo son simplemente fruto de leer artículos en Internet, así que no tiene mucho mérito. Pero, después de tantos años, he redescubierto la serie original y me resulta entretenida. Ha crecido paralela a mí, ya que ambas, serie y servidora, nacimos el mismo año, pero no le he prestado gran atención durante varias décadas. Reconozco mi debilidad, eso sí, por el flequillo del Sr. Spock, sin duda mi personaje favorito, cuya habilidad para alzar la ceja sólo puede ser comparable a la de Roger Moore.
Una vez escuché decir que “no se es nadie en la pequeña pantalla si no se ha sido invitado en Vacaciones en el Mar”. Tengo que averiguar si Kirk, Spock, McCoy, o incluso el Sr. Sulu, tuvieron alguna vez un idilio antes de atracar en Puerto Vallarta.

13 junio 2006

CUANDO RUGE LA MARABUNTA

Leo en un artículo de la revista que mi jefe siempre deja por ahí, que la Ciudad Prohibida, en Pekín, está peligrando porque… se la comen las termitas. Es decir, que si no se pone remedio, en vez de un patrimonio de la humanidad podemos acabar teniendo un montón de serrín con mucha solera. También, parece ser, que el hogar de los guerreros de Xian está en peligro, entre otros casos similares. Con 480 tipos distintos de termitas, en China tienen un problemilla de bichos… cuya expansión se ha visto favorecida gracias al clima más cálido y húmedo.
Coincide la noticia con la lectura de mi último libro, “El día de las hormigas” de Bernard Werber. Un libro que, como indica su nombre, va de… hormigas (también se menciona a las termitas). Y un libro que, después de leerlo, te hace mirar a las hormigas con otros ojos.
La hormiga asexuada 103.683 (cuyo nombre me he aprendido de memoria) y su compañera de fatigas, la reina Chli-pu-ni, son las principales protagonistas de Bel-O-Kan, la ciudad hormiga evolucionaria –y algo revolucionaria también como se comprobará. Por parte de los humanos, también conocidos como Los Dedos, tenemos al investigador Jacques Méliès y a la periodista humanófoba Laetitia Wells, ambos embarcados en la investigación de unos extraños asesinatos. Por no olvidar a los personajes encerrados en el sótano donde se encuentra la Piedra Rosseta. Si a la narración alterna de hormigas y humanos le añadimos el contenido sumamente docente de la “Enciclopedia del saber absoluto y relativo” de Edmond Wells, la novela no tiene desperdicio. Gracias a ella, aprendes muchas cosas. Como que los chinches de la cama son los amantes más enloquecidos de nuestro planeta, con su priapismo y sus curiosas costumbres sexuales. O que la albahaca no les gusta a las hormigas. Y mucho más que Wells quiere que leamos e interpretemos porque en esta Enciclopedia, según sus propias palabras, cada cual encuentra lo que va a buscar.
Imaginad por un momento que podéis penetrar en el pequeño pero apasionante mundo de la civilización hormiga, con sus cultivos de champiñones, su solario para las cresas, su establo de escarabajos rinoceronte o su criadero de pulgones. Y que podéis entender el lenguaje de feromonas de las hormigas… ¿y si descubrís que un grupo de hormigas rebeldes creen que Los Dedos son dioses? ¿O que una reina evolucionaria está dispuesta a borrarlos de la faz de la tierra aunque no se descarte tratar de reproducirlos en cautividad? ¿Cómo nos deben ver las hormigas a nosotros? ¿Cómo extraños seres que van en grupos de a cinco, meñique el último?
Una lectura interesante, incluidos enigmas y trampas para pensar, que convierten a esta novela en algo más que una simple historia sobre civilizaciones en choque.
Por supuesto recomendaría que, antes de embarcaros con esta historia, leyerais su primera parte: “Las hormigas”. Porque para comprender el pensamiento absoluto y relativo de las cosas mejor conozcamos a quien tuvo la idea de ponerlo en formato enciclopédico. Si la segunda novela es interesante, la primera no lo es menos. En esto caso, segunda partes si son buenas y primeras, también. Por cierto, la trilogía se completa con “La revolución de las hormigas”, publicada en 1994.

***

Ante un obstáculo, el primer reflejo de un ser humano consiste en preguntarse:”¿Por qué existe este problema y de quién es la culpa?”. Busca a los culpables y el castigo que deberá inflingírseles para que los hechos no vuelvan a repetirse. En la misma situación, lo primero que una hormiga se pregunta es: “¿Cómo y con qué ayuda voy a poder resolver este problema?” En el mundo mirmeceano no existe la menor noción de culpabilidad. Siempre habrá una gran diferencia entre los que se preguntan “por qué no funcionan las cosas” y los que se preguntan “qué hay que hacer para que funcionen”.
Por el momento, el mundo humano pertenece a los que se preguntan “por qué”, pero llegará el día en que quienes se pregunten “que hay que hacer” tomen el poder…”

Edmond Wells
Enciclopedia del saber relativo y absoluto, tomo II
(no en venta en las principales librerías de su ciudad)

05 junio 2006

LO QUE SE ESCONDE BAJO EL BURKA

Sin duda, bajo el burka se esconden muchas historias, aunque la mayoría tengan que ser tristes porque esta vestimenta, básicamente, es una forma más de segregación para las mujeres. Así nos lo cuenta Asne Seierstad, la periodista noruega autora del libro “El librero de Kabul”, libro que terminé ayer de leer y que me ha dejado un sabor amargo, aunque ha sido una lectura intensa que recomiendo sin dudar.
Asne Seierstad vivió durante cuatro meses con la familia de un próspero librero, Sultan Khan, de la ciudad de Kabul y su experiencia quedó plasmada, en forma de novela, en este libro. Asne no nos relata por si misma lo que le contaron, lo que vió o experimentó, sino que deja que los protagonistas vivan sus propias historias. Imagino que, como mujer, no pudo menos que centrarse en las mujeres de la familia del librero. Mujeres que han vivido o crecido en la época taliban y cuyo destino está en manos de los hombres de su familia. Sus esposos, hermanos, padres tienen la prerrogativa de decidir sus destinos: si pueden o no estudiar, si pueden o no trabajar, cuando y con quién se casarán, y cualquier etc que se os pueda ocurrir. En Afganistán las mujeres no tienen derecho alguno y su vida transcurre entre las paredes de la casa familiar o bajo el espeso burka las pocas veces que salen, que no sólo impide que las vean los demás sino que les impide ver a ellas mismas. La espesa mirilla que tapa sus ojos es como unas anteojeras.
El libro va presentándonos a los personajes que rodean la figura del librero del que la autora dijo que era un hombre con diversos lados. Por un lado, es un hombre apasionado por los libros, por la historia, la literatura, la poesía. Un próspero hombre de negocios que ha tenido que vérselas con la represión de diversos regímenes, que ha sido encarcelado por vender sus libros y que ha visto como soldados analfabetos quemaban sus preciados volúmenes sin siquiera saber cual era el contenido de los mismos. Por otro lado, es un patriarca en su familia, gobernando con mano férrea a las mujeres que viven en su hogar, decidiendo por ellas, disfrutando el más alto estatus social dentro de la estructura familiar. Sin duda, podríamos creer que un hombre educado, ingeniero de carrera y amante de los libros, también podría ser un defensor de las mujeres, pero no es el caso.
En las páginas del libro conoceremos a Sharifa, la primera y fiel esposa del librero que tiene que soportar la humillación de ser desplazada por la segunda esposa, Sonya, una chiquilla que el librero cuida como si fuera una muñequita ornamental. Leila, la menor de los trece hermanos del librero, es quien se ocupa de las tareas del hogar desde el amanecer hasta entrada la noche. Cocina, limpia, cose, barre, y esconde los pocos sueños que es capaz de imaginar en la monotonía de su vida. Quizás es el personaje más tierno de toda la historia. Quizá fue con quien la autora se sintió más cercana, ya que durante algún tiempo ambas compartieron la habitación y, además, Leila podía hablar en inglés, lo que facilitó las conversaciones entre las dos mujeres.
A través de las páginas de la novela vamos conociendo de forma íntima a los miembros de la familia, con sus anhelos, sus tristezas y sus problemas.


“Leila nunca sale sola. No es bueno para una joven andar sin compañía. ¿Quién sabe donde podría ir? Quizás a encontrarse con un hombre, quizá a cometer un pecado. Leila ni siquiera va sola a la frutería que hay a unos pocos minutos del apartamento. Normalmente se hace acompañar por el chico de una vecina, o le pide que haga recados para ella. Estar sola es una idea desconocida para Leila. Ella nunca, jamás, ha estado sola en el apartamento, nunca ha ido a ningun lugar sola, nunca estuvo sola en ningún lugar, nunca durmió sola. Todas las noches duerme en una estera al lado de su madre. Ella, simplemente, no sabe que es estar sola, ni lo echa de menos. La única cosa que desea es un poco más de paz y no tanto trabajo”.
“El olor del polvo” (The smell of dust) Pag. 169
Traducido del inglés (por la que suscribe)


Ficha del libro
Titulo en inglés: The bookseller of Kabul
Autora: Asne Seierstad
Traducción al inglés: Ingrid Christophersen
Editado en inglés por Virago
Titulo en castellano: El librero de Kabul
Editado en castellano por Maeva